Ciudad de México.- En el marco del programa 73 de “Diálogos PILARES”, el encuentro de esta semana reunió a educadores, representantes institucionales y ciudadanía en torno al concepto y la práctica de la educación comunitaria. El evento, conducido por el Coordinador Académico de Promoción Cultural, Ismael Contreras, contó con la participación de la subdirectora de Coordinación Académica en Ciberescuelas, Lic. Ana Karen Castrejón, en representación del Coordinador General de PILARES, el Arq. Javier Hidalgo.
La educación comunitaria inicia con el reconocimiento de las personas como sujetos de derecho con identidad
Rigoberto Fabelo Pérez resaltó que el inicio de cualquier proceso de educación comunitaria exige reconocer a las personas como sujetos de derecho, con valores y necesidades propias, fruto de su experiencia en comunidades de Cuba y México.
Comprender esta premisa, dijo, es fundamental para construir iniciativas verdaderamente incluyentes y respetuosas de la identidad. Desde esta perspectiva, el enfoque educativo se convierte en una vía de integración social con base en la equidad y el respeto mutuo.
Transformar vidas y formar sujetos plenos: objetivo central de la educación desde las comunidades
“La educación comunitaria tiene la intencionalidad de transformar la vida de las personas, desarrollar sujetos plenos y emancipados”, afirmó Pérez. Según el especialista, este modelo educativo no solo transmite saberes, sino que impacta de forma integral en el desarrollo de capacidades críticas, sociales y personales.
Además, insistió en que los educadores comunitarios deben asumir un papel activo en la transformación social. “Un educador o educadora tiene que ser inspirador, tiene la tarea de estremecer para lograr ese impacto que nos hace cambiar. Tenemos que ir acompañando a la comunidad desde una perspectiva humanista, desde el bien común”, subrayó.
Crear espacios de diálogo colectivo fortalece el tejido social y las políticas educativas comunitarias
Pérez señaló que una de las grandes aportaciones del modelo cubano que podrían adaptarse a programas como PILARES es la generación de espacios abiertos de diálogo, donde se compartan enfoques, perspectivas y experiencias que impulsen el desarrollo social de forma colectiva.
Estos intercambios permiten nutrir las políticas públicas con propuestas surgidas desde las comunidades, con base en la escucha activa y el reconocimiento de la diversidad cultural y territorial que conforma a la ciudad.
AM.MX/JC