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domingo, junio 22, 2025

Terror transexual: Narrativas de ficción desde el cuerpo trans

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Por Lizbeth Woolf

CIUDAD DE MÉXICO.- En un artículo de la investigadora Rojo Génesis, publicado en Centro Cultural Digital, escribió sobre la propuesta artística e histórica vinculada al terror transexual desde los procesos estéticos y la producción audiovisual de mujeres trans en nuestramérica. La autora explora la subversividad de narrativas de ficción desde la episteme trans y la exploración del cuerpo y la transfeminidad alrededor de los procesos anteriormente mencionados.

La investigadora pretende exponer tres ejes principales: la propuesta artística e histórica que conlleva pensar el terror transexual desde la producción estética y audiovisual de mujeres trans en la región que hoy conocemos como Latinoamérica; la elaboración de narrativas de ficción desde el pensamiento de mujeres trans y la exploración del cuerpo y transfeminidad en estos dos procesos anteriormente mencionados.

En primer momento, es necesario mencionar que parte de la escritura de los estudios trans, principalmente desde las ciencias sociales, se ha construido a través de fuentes y testimonios extraídos de mujeres trans y travestis, regularmente del sur global, de manera vertical. En este sentido, para dar un giro amateur o casero, parte de una propuesta epistemológica que surge de situar el conocimiento desde las tecnologías y saberes locales de mujeres trans, que se han venido generando de boca en boca, a través de la práctica de lo que se conoce como historia oral. Para esto ha escrito algo al respecto en Disparo transexual. Fotografía amateur desde la óptica de la transfeminidad, como una propuesta para desmovilizar las concepciones del arte por el extractivismo.

Rojo Génesis, agregó que aterrizar la transfeminidad es regresar al cuerpo, y aquí retomó la postura de las biólogas y filósofas Siobhan Guerrero y Leah Muñoz (2018) sobre lo trans, partiendo de que esta última categoría es uno de los ejes de este artículo:

“Trazar la historia del cuerpo trans es trazar la historia política de un cuerpo que emergió por múltiples actores, conocimientos y tecnologías en contextos situados. No es una historia que busque marcar una determinación fundamental que encorsete de una vez y para siempre lo que debe ser este cuerpo. Tampoco es una historia que haga del cuerpo trans un producto nacionalista. Por el contrario, es la historia de un cuerpo que se reclama multinacional, que ha ido de lo local a lo global, producto de la globalización del conocimiento con el transporte de los modelos sexuales médicos hegemónicos del capitalismo luego de la segunda posguerra, pero también con el transporte y apropiación de distintos discursos activistas y feministas por parte de las personas trans. Es la historia de la construcción de significados y tecnologías en un cuerpo en movimiento, en el devenir de la lucha política de aquellos que lo encarnan”.

Pienso que, para abordar narrativa, ficción y terror, es necesario conocer la relación que esto tiene con el cuerpo y cómo éste encarna una transfeminidad deshumanizada, salvaje, monstruosa y plástica. Considero que esta última reflexión fue una herramienta particular para elaborar lo que denomino como terror transexual.

La ficción desde el cuerpo y la transfeminidad
Partiendo de lo trans como una propuesta de análisis para describir la experiencia de la transfeminidad y el cuerpo, me interesa inicialmente retomar las reflexiones de la investigadora Omara Corona (2020) respecto al abordaje de la transexualidad, lo transgénero y lo trans en los estudios sociales en México:

(…) se ha abordado en la literatura de humanidades y ciencias sociales con una perspectiva etnográfica que da prioridad a los testimonios de vida de las personas, a su identidad, su vinculación con la sociedad y lo que ellas revelan respecto de la teorización del género. Es decir, como ejemplos paradigmáticos de la complejidad sobre lo que significa ser mujer o ser hombre. Estos trabajos se centran en la conformación discursiva y los procesos de subjetivación identitarios. Algunos otros incluyen aspectos sobre sus condiciones sociales de vida atravesadas por la pauperización. Ahí yace una valiosa bibliografía en el amplio marco que va de la sexología a los llamados estudios trans, pasando por los feminismos, los estudios de género y la antropología.

Sin embargo, es necesario desmarcarse de ese tipo de aproximaciones en tanto que esas prácticas o soportes simbólicos quedan supeditados al propio tema trans, dejando en el margen otras genealogías, reflexiones y propuestas de análisis para abordar el cuerpo y experiencia, incluso desde la misma práctica etnográfica y antropológica, que han elaborado múltiples estudios desde la otredad.

Sobre este eje, resulta interesante y necesario retomar tres propuestas contemporáneas para pensar el uso de la ficción sobre la práctica de artistas trans latinoamericanas. En estas propuestas se encuentra el de las escritoras y artistas Claudia Ramírez, nacida en Chile que impulsó el uso de la ficción; Camila Sosa, nacida en Argentina quien hace un llamado a reforzar la ficción como herramienta para desmovilizar lo testimonial entre travestis; y Sofía Moreno, nacida en México que propuso a inicios de los 2000s lo farmacológico y mitológico desde el cuerpo trans.

La exploración de la ficción en el arte ha estado mediada por procesos y momentos históricos y sociales determinados. Rojo Génesis se ha enfocado en analizar el uso de la ficción a través del cine, principalmente en el cine de género dado que los periodos de convulsión o inseguridad social han activado los temores más profundos y atávicos (pérdida de identidad, sumisión, mutilación, muerte) del ser humano y han encontrado su puntual reflejo en la pantalla.

En este sentido, es que ha podido desarrollar una serie de encuentros, diálogos y espacios para conceptualizar desde el pensamiento transfemenino una corriente estética e histórica a la que denominó terror transexual.

Pensar el terror transexual desde la región latinoamericana
Existen, desde su punto de vista, dos lugares muy diferentes para abordar el terror y el cine de género, ya que si bien ambos tienen coincidencias estéticas si se piensa desde una visión histórica, ambas tienen un panorama muy amplio que les coloca en sitios distintos. Su propuesta del terror transexual tiene sus antecedentes en su experiencia de vida como mujer trans, a través de la visualización del cine de género, y como varias más, desde el fanatismo y disfrute del recurso estético de los horror films y la cultura visual del terror así como materiales de archivo audiovisual donde comenzó a explorar escenografías de ficción desde el sexo y género enmarcadas en la monstruosidad, lo fantasmagórico y demoníaco. Sobre el carácter sintomático del cine de horror existe hoy ya un alto consenso cuando se comprueba que sus periodos de máximo desarrollo y originalidad (pues los estereotipos repetitivos han existido siempre) han correspondido a situaciones sociales traumáticas. Sin embargo, al situarse en un contexto latinoamericano, no encontró una genealogía clara de la forma en la que podía hacer del terror algo propio para explorarlo y crearlo como sujeta más que como objeto.

En la historia del cine de género la construcción del personaje transfeminizado, transexual y travesti ha estado presente en diversas producciones cinematográficas del habla inglesa que van desde las más clásicas y visibles como The Rocky Horror (1975), Dressed to kill (1980) y Sleepaway Camp (1983). Yo misma me he dedicado a trazar una línea del tiempo para conocer y entender los procesos de representación visual del cuerpo transfeminizado y trans dentro del cine de horror y terror, por lo que esto me llevo a pensar en lo que llamo terror transexual.

El terror transexual es el miedo y sentido moral que se le deposita al cuerpo trans en diferentes momentos de la historia occidental, y por lo tanto, para entenderlo mi primer punto reflexivo es estudiar y abordar el terror como categoría de análisis, que posibilita traspasarla como una categoría social e histórica que desborda lo estético, mas no lo excluye, pues lo estético también se hace carne y cuerpo. Hacer lo estético carne y cuerpo es algo que las trans, por lo menos en Latinoamérica, han documentado y experimentado.

En este sentido, Casa de Hadas inició como un proyecto independiente de estudio, investigación y difusión de terror transexual, lesbiano y gay en México en 2020, gestionado por mujeres trans y recursos propios. A mediados del 2021 realizó desde este proyecto el primer conversatorio en México que tenía como propósito complejizar ‘’lo trans’’ en el cine de terror, por lo que convocó a dos chicas travestis para abordarlo. Una de ellas fue Cucarangel, travesti centroamericana que fue parte del conversatorio como mediadora, y también Dana Karvelas, una de las actrices travestis en el cine LGBTI+ más visibles de Ciudad de México; ambas formaron parte de las entrevistadas.

Dana Karvelas fue una fuente clave para historizar el terror transexual, ya que en 2015 fue protagonista del largometraje de gore mexicano Atroz (2015) del director mexicano Lex Ortega, que es una pieza interesante para entender ⸺involuntariamente⸺ el tratamiento del cuerpo trans y travesti en el terror latinoamericano y aterrizar la experiencia de lo trans dentro del género y, en este caso, la vivencia como actriz.

En esa misma temporalidad, se convocó a un círculo de estudio del escritor transexual Poppy Z. Brite, uno de los precursores del terror trans desde la vivencia transmasculina. Sin embargo, seguía pensando en que había pocos recursos dentro del terror y el género para pensar en un terror transexual situado desde el sur global. Otra parte importante fue la revisión biográfica de Sandie Crisp, actriz y modelo transgénero disca, quien es clave para entender que el terror trans se encarna: del mismo modo, Jack Halberstam, que se escargó de teorizar la monstruosidad como objeto cultural encarnando un cuerpo butch/trans. Amabas son referencias bibliográficas, cinematográficas y literarias de la genealogía del terror transexual situada en un contexto diferente al de Latinoamérica.

Quisiera destacar que, por lo menos en Latinoamérica, existe muy poca participación de mujeres trans en la cultura digital y medios audiovisuales que, como anteriormente puntualizaba, está condicionado por la clase. Me gustaría apuntar que los primeros intentos por generar una narrativa de ficción hecha de mujeres trans fueron tomadas por las mismas mujeres trans desde prácticas de intervención caseras, bajo presupuesto y estudios independientes, puesto que antes de trabajar un producto audiovisual, tendríamos que poner sobre la mesa el acceso a la vivienda, educación y salud. Creo que en este punto es donde se estimuló la práctica de entender los medios audiovisuales y la escritura como espacios en los que se potencian imaginarios y estéticas propias de la socialibilidad transexual.

Como práctica de registro de los antecedentes hacia la producción de terror transexual latinoamericano, surgió en 2021 un largometraje de docu-ficción llamado Cada vez que muero, en el que el director integró a travestis y mujeres trans de la Red Comunitaria Trans en Bogotá y en México la propuesta de lo “transmonstro’’ hecha por Neurokill⁶ desde la vivencia transmasculina. Sin embargo, sigue siendo evidente que para nosotras, es aún complejo acceder a tomar los medios, hacerlos nuestros, poner nuestro nombre, dirigir la ficción e incluso hacer curriculum con ello, cosa que ha estado vigente hasta hoy en día cuando se apunta hacia preguntas como ¿quiénes hacen arte trans y cuántas de ellas son mujeres trans? Y ¿cómo se vive el extractivismo en el arte trans cuando se trata de exponer las vidas de mujeres trans como piezas de museos antropológicos?

Producción casera de terror transexual
En 2020 se elaboró el primer producto literario de terror transexual bajo la premisa de pensar desde una genealogía a través de la exploración de archivo audiovisual. Posterior a esto, surgió el colectivo “Casa de Hadas’’ como un espacio para la convivencia y divulgación del trabajo elaborado ahí; sin embargo, ya no era suficiente ser sólo espectadoras de cine y admiradoras de directores. Se quería producir contenidos, materiales y archivos en el que la elaboración de narrativas y lenguajes se hicieran desde una encarnación transfémina donde se retoman categorías elaboradas por otras mujeres trans; farmacoreina, barbie polimérica, mayates, asifo, el truco, bufe, etc,.

Bajo esta iniciativa surgió ‘’Encarnar el cuerpo: Narrativas visuales del terror trans’’⁷, un proyecto de fotografía y vídeo que tiene como objetivo el registro audiovisual de ficciones elaboradas en diferentes espacios; hoteles de paso, baños públicos, estéticas, espacio doméstico y calle. Estos espacios son particulares para la cultura travesti, dado que son espacios donde principalmente se nos coloca y, al mismo tiempo, han existido más transfeminicidios documentados. Durante la constitución de este proyecto, y a la par de su producción, se le vacío de significado a cada espacio, como una forma de bufar y apropiarse, desde la narración de historias visuales que utilizarán la estética casera de terror, una estética producida desde la mirada transfeminina que también explorara las formas habitables y no habitables de ser mujeres trans, para generar un terror transexual carnoso, polimérico, grasoso, sintético y farmacológico, que tiene como antesala la línea de pensamiento de quienes estuvieron antes de nosotras. En este proyecto hemos colaborado alrededor de siete mujeres trans: Deborah, Rigel, Laura, Pau, Dana y Kassandra.

A partir de la estas siete experiencias situadas desde diferentes contextos y generaciones, es donde se ha podido hacer un trabajo reflexivo a través del uso de la ficción en la estética transfemenina, así como la detonación de procesos colectivos y colaborativos que resultan particulares ante estructuras de socialización entre mujeres trans y travestis donde mayoritariamente estamos socializadas para la competencia y el escarmiento, mismo que se ha depositado históricamente sobre nuestro cuerpo y experiencia. Sin embargo, considero que uno de los retos primarios al generar redes de acompañamiento artístico y personales, es desmovilizar los diálogos de victimización, competencia, castigo y ridiculización sobre nosotras mismas.
AM.MX/fm

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